MUNDO AERONAUTICO EWM
 

HANNA REITSCH

La mujer que voló para el Reich

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Hanna Reitsch se ladea en un Fieseler Storch, un avión que posteriormente pilotaría bajo el fuego en Berlín, durante la defensa desesperada de la ciudad 1945.

Hanna Reitsch había nacido el 29 de marzo de 1912 en Hirschberg, Silesia, ahora Polonia pero entonces suelo alemán. Como otras aviadoras, Hanna Reitsch tuvo que superar una fuerte resistencia paterna antes de conseguir sus alas. En la familia Reitsch estaba tácitamente aceptado que la misión de una chica en la vida era casarse y tener hijos. Aun así, su padre oftalmólogo, no pudo dejar de animarla cuando expreso su interés por estudia medicina. Mostró menos entusiasmo, sin embargo, cuando a los trece o catorce años decidió que quería ser medico misionero, cuando a los trece o catorce años decidió que quería ser medico misionero, y efectuar sus desplazamientos en avión.

En los primeros años treinta, la escuela de Grunau era centro del vuelo a vela alemán, y su jefe, Wolf Hirth, gozaba de respecto en el mundo aeronáutico germano de entonces. Hanna considero que lo primero que debía hacer era ganarse la simpatía de sus compañeros. Era la única mujer del curso, una adolescente menuda de 1.55 metros y menos de 43 kilos. Los chicos de la clase estaban seguros de que fracasaría.

Para tratar de impresionar a sus condiscípulos, empezó demasiado deprisa y se fue al aire en el planeador cuando le habían dicho que se limitara a practicar deslizamiento por la rampa de despegue. El avión revoloteo titubeante y cayo a tierra. La prematura actuación provoca risas y los consejos no solicitados de los chicos, y valió a Hanna tres días en tierra por indisciplina. Desde tierra, frustrada, observaba con intensa atención el despegue de cada planeador y sus breves vuelos, escuchaba cada frase de los instructores sin perder detalle y ensayaba mentalmente todos los movimientos correctos.

Pasó los primeros exámenes de vuelo con gran brillantez, hasta el punto de que el propio Wolf Hirth le dio el resto de las clases personalmente. Unos días después del examen final. Hirth invito a su pupila a probar el nuevo planeador de la escuela. Era un gran honor, solo Hirth y los otros instructores habían volado en él. Ahora, una mujercita de diecinueve años podía pilotearlo y permanecer en el aire cuanto quisiera.

Cuando llegó a tierra, fue recibida por un grupo de entusiasta que la felicitaron porque con sus cinco de horas de vuelo había establecido un nuevo record femenino de resistencia en planeador. Mas que nada para complacer a su padre se matriculo en Medicina en Berlín, pero comprendió que estaba interesada en la anatomía de los aviones.

Un día cálido y despejado, Wolf Hirth la encontró casualmente por la calle y la invito a probar un Grunau-Baby, él ultimo modelo de planeador de entrenamiento. Hanna se apresuro a presentarse en el campo de vuelo y, vistiendo todavía la ropa ligera propia de la estación veraniega, empuño los controles del aparato, de frágil aspecto, y se puso a estudiar los   indicadores del panel de instrumentos.

El vuelo se inicio sin incidentes, pero a los pocos minutos el planeador empezó a ascender con brusquedad. Empujando por fuertes corrientes térmicas, se disparo hacia arriba, 1000 metros, 1500, 2000 y aun más. En un momento dado, pareció como un millón de palillos de tambor empezara a redoblar frenéticamente sobre las alas del planeador, de una manera atronadora, infernal, hasta que quede inmersa y ahogada por el miedo. Las ventanillas se Iván helando, pero me dejaban ver como la nube escupía su tormenta de lluvia y granizo. El planeador siguió ascendiendo hasta que, a 2900 metros, los instrumentos se helaron y las agujas de los relojes quedaron detenidos bajo la mirada atónita de Hanna.

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Durante el año 1942, Reitsch voló en pruebas el avión cohete Me 163B, una aeronave en la que sufrió un accidente casi fatal.

Ya no respondía a los controles y se zarandeaba y mecía a merced de la tormenta. Lo único que podía hacer era aguantar, con su ropa veraniega, mientras las manos se le ponía azules de frió. De repente noto que aumentaban el calor y la luz, y que la tierra estaba sobre su cabeza dado vuelta. Sujeto la barra de control, enderezo el aparato y lo condujo suavemente hacia la pradera llana a algunos kilómetros de donde había despegado.

De vuelta en Hirschberg, Hanna Reitsch se entero de que había logrado un record oficioso de altitud en planeadores, lo que le permitió que un profesor del Instituto Alemán de Investigaciones de Planeadores, la invito a unirse a una expediciones térmicas en América del Sur (Brasil y Argentina).

De vuelta en Alemania, sucumbió a la insistencia del profesor Georgii para que trabajase con él en el Instituto de Planeadores de Darmstadt. Allí permaneció once años, con breves periodos de ausencia en que acumulo gran variada de experiencias.

A las poca semanas de entrar al el Instituto, logro un nuevo record mundial femenino de planeadores de la larga distancia, con mas de 160 kilómetros. Pocos meses después, contando solo veintidós años, la invitaron a asistir a la escuela de entrenamiento de las aerolíneas civiles en Stettin, donde realizo vuelos a través del país y acrobacias especiales en un avión bimotor y donde, una vez mas, era la única mujer entre unos hombres que muy pronto aprendieron a respetarla.

Aun así, sus contribuciones más importantes a la aviación de su época fueron en el Instituto, donde su tarea consistía en probar nuevos tipos de aviones, tanto con motor como sin él, y trabajar de nuevo con modelos ya existente a fin de mejorar sus resultados. En 1936, tras una serie de accidentes mortales de pilotos de planeadores, la encargaron probar un mecanismo de frenado pensado para aumentar la estabilidad y limitar la velocidad máxima incluso en picados verticales.

Estos frenos de picado, parecidos a alerones de aterrizaje, se extendían o retraían a voluntad del piloto mediante el empleo de controles situados en la cabina. En la primera prueba, la turbulencia provocada por los frenos durante un fuerte descenso desde 4000 metros, hizo temblar de tal modo el aparato, que la palanca de mandos se le arranco de las manos. Comprendió que si sucedía algo así durante un picado vertical, el planeador podía llegar a partirse en el aire. Era obvio que el sistema necesitaba una sustancial mejora.

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Equipada con alas de madera, una V-1 del tipo en el que voló Reitsch en 1944.

Dia tras día y semanas, Hanna y sus colegas diseñaban nuevas adaptaciones y probaban. Planeando a alturas entre 4000 y 6000 metros, experimento los nuevos frenos aerodinámicos hasta que considero que habían llegado a la fase final y que era hora de probarlos en un picado vertical. Sin mas que un leve pensamiento sobre lo que podía ocurrir si elsistema no cumplía con su función de reducir la velocidad del planeador durante del picado, se lanzo hacia el suelo.

Descendió durante miles de metros, viendo acercarse mas y más la tierra a su aparato, y mientras continuaba aquel descenso, el planeador permanecía estable, manteniendo la velocidad limitada a unos 200 km/h. A 200 metros, Hanna, tiro los mandos, metió los frenos aerodinámicos y planeo con el propósito de iniciar el aterrizaje. Los otros pilotos, los jefes del Instituto y los mecánicos llegaron corriendo, regocijados por el éxito de sus esfuerzos. La creación de aquellos frenos aerodinámicos fue, un hito importante en la historia de la aeronáutica. Un año después, tuvo la satisfacción de pilotear un avión militar con motor, equipado con los frenos que ella había probado.

El mismo año, 1937, señalo el comienzo de un nuevo capitulo de su vida, pues a pesar de las restricciones impuestas por el tratado de Versalles, Alemania había creado en secreto una fuerza aérea, la Luftwaffe, y acababa de presentarla al mundo. Hanna Reitsch, a quien se requirió para actuar como piloto de pruebas en una base cerca de Rechlin, acepto de inmediato aquella oportunidad de volar en todos los tipos de aparatos militares del creciente catalogo de la Luftwaffe.

En el mismo periodo, se convirtió en la primera mujer que piloteo un helicóptero, llevando a cabo una serie de vuelos de pruebas con un aparato experimental culminaba por una demostración publica en el Deutschlandhalle, el gigantesco estadio cubierto de Berlín. Pero quienes tenían conocimientos técnicos, especialmente los que veían las posibilidades militares del helicóptero, quedaron impresionados.

En febrero de 1944, propuso una operación suicida, un programa en la que los pilotos iban a guiar bombas volantes V-1, lanzadas de un bombardero y equipadas con carlingas, directamente sobre las ciudades y fabricas enemigas. La propia Hanna hizo 10 vuelos de pruebas en el V-1 sin accidentes, y fue la única de siete pilotos que no murió o resulto gravemente herida en la aeronave propulsada por reactor.

Cuando terminó la guerra, Hanna Reitsch fue depositada de sus licencias de vuelo. Posteriormente consiguió la licencia de piloto deportivo y se hizo instructora, pero nunca mas pudo encontrar trabajo como piloto de pruebas. Murió a los 67 años en 1979 sin haber hecho nunca el trabajo que tanto le gustaba.

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