El
misil antibuque se ha convertido en el arma principal de la guerra naval de superficie,
reemplazando al cañón que había dominado el combate naval durante cuatro siglos. Debe
golpear con precisión el objetivo designado, para impedir al buque enemigo que cumpla su
propio cometido. Existen tres formas de poner fuera de combate a un buque.La primera
consiste en anular la movilidad del buque ya sea destruyendo al aparato motriz o el
sistema de transmisión, o bien causando daños graves que impidan al buque moverse sin
correr el riesgo de hundirse.
La segunda es la destrucción del armamento o de los sensores para anular su capacidad de
combate. Para eso se requiere que el misil alcance el armamento externo, los lanzadores de
armas o sensores como el radar, suprimiendo así su posibilidad de empleo. Un resultado
bastante eficaz se obtiene cuando un misil explosiona en el centro de mando,
comunicaciones y control de buque, paralizando su capacidad para combatir. El modo
definitivo de poner fuera de combate a un buque es, obviamente, provocar su hundimiento.
De forma general, los misiles alcanzan al buque por encima de la línea de flotación, por
eso solo una cabeza de guerra muy potente, superior a los 500 kg, será capaz de causar
daños tan grave como para que impidan que el buque permanezca a flote. Los alemanes
fueron los pioneros en el desarrollo de los misiles antibuque, al introducir y emplear
durante la Segunda Guerra Mundial una variedad de proyectiles guiados aerolanzables, pero
fueron los soviéticos los que dieron impulso a las modernas armas de este tipo. A partir
de los años cincuenta, desplegaron una enorme variedad de misiles antibuque lanzables
desde unidades de superficie, submarinos y aviones, entre ellas el SS-N-2 STYX que hundió
el destructor israelí Eliat en 1967.
Misiles Occidentales
Las armas occidentales, proyectados en respuesta a aquel suceso, son mas pequeñas pero
mas precisas. Tiene un perfil de ataque al ras de las olas, viajan veloces y bajos para no
ser detectados y, aunque no garantizan el hundimiento del objetivo, pueden provocar graves
daños al armamento y a los sensores.
El norteamericano Harpoon, el francés Exocet y el israelí Gabriel son misiles de este
tipo. Los misiles, sin embargo, son económicos si se compara su coste con el del buque de
guerra de grandes dimensiones y por eso muchas armadas se han dotado de pequeños y
veloces unidades navales armadas con misiles de la ultima generación. Estos últimos se
han convertido en años recientes en el arma con la que pequeñas naciones son capaces de
desafiar la supremacía naval de las superpotencia. El mayor éxito de Argentina, fue
obtenido gracias a los misiles Exocet que hundieron el destructor Sheffield y el
sobrecargando portacontenedores Atlantic Conveyor. En el curso de la guerra Irán/Iraq, en
los años 80, los iraquíes amenazaron el trafico mercante del golfo destruyendo o
dañando con los misiles Exocet casi 40 petroleros.
Empleo
Sin embargo, también las armadas tradicionales, a pesar de la amenaza de los misiles
antibuque, han demostrado ser capaces de usarlos con eficacia. En los encuentros ocurridos
en el Mediterraneo en 1986, los A-6 Intruder de la US Navy utilizaron misiles Harpoon para
hundir varias lanchas de ataque y corbeta libias.
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