El generoso gesto de los jóvenes americanos caló hondo dejando una emotiva huella entre los franceses. Al finalizar la Guerra, un comité mixto franco-americano, quiso honrar a los esforzados voluntarios con un monumento permanente que les perpetuase.

Entre 1916 y 1918, cuando la mayor parte de ellos -aunque no todos- fueron transferidos al Servicio del Aire de los Estados Unidos, más de 200 americanos volaron para Francia. Algunos sirvieron con la original Escuadrilla Lafayette, en tanto que algunos otros formaron el Cuerpo de Aviadores Lafayette siendo desparramados por todo el Servicio del Aire Francés. "Estaban luchando para ser elegidos", recordó Parsons. Pero el precio era muy alto: 63 de estos americanos resultaron muertos en acción. Otros dos murieron de enfermedad y accidente antes de que por ambos bandos se firmase el Armisticio.

La mayor parte de los muertos eran enterrados en el Monumento a la Escuadrilla Lafayette, cerca de Versalles. Conmemorado el 4 de julio de 1928, la capilla se componía de un arco central de triunfo flanqueado por columnatas y un santuario o cripta de enterramiento. La luz se filtraba en la tumba através de una serie de 13 vidrieras de múltiples colores, que fueron costeadas mediante suscripción pública en Francia y en América. Diseñadas por un artista anónimo, muestran al piloto de los Estados Unidos volando sobre los variados sectores en donde éstos entraron en combate.